"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"
“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”
Escuela de Ciencias del Envejecimiento
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20.07.2014 16:31Los adultos mayores ¿un capital humano?
Si hacemos un análisis económico sobre la inversión en salud pública y el capital humano llegaremos a la conclusión que invertir en salud equivale a invertir en capital humano aplicando esta equivalencia a la capacidad de la persona de ser productiva económicamente hasta edades avanzadas lo que constituye un factor determinante en el crecimiento económico, a largo plazo, en cualquier comunidad.
Este proceso está íntimamente ligado a una nutrición y calidad de vida adecuada a la longevidad del individuo convertido en capital humano en función a los conocimientos adquiridos a lo largo de su vida, a sus experiencias y, también, a sus habilidades; y, de ese capital humano, al crecimiento económico y al desarrollo social aportando, como consecuencia directa, la reducción de la pobreza y de las desigualdades.
En este aspecto, aunque pueda considerarse frío un análisis de este tipo, el periodo de vida se considera una acumulación de capital físico, financiero y humano a lo largo de la cual se realizan transferencias intergeneracionales entre los más jóvenes y los adultos mayores y viceversa.
La composición de estas transferencias intergeneracionales varía según sea la dirección de las mismas. Así, del adulto mayor hacia la persona más joven, se traspasan conocimientos, experiencias y, en determinados casos, apoyo financiero. Por el contrario, el aporte de la persona más joven con respecto al adulto mayor, es más de fortaleza física y emprendedora que intelectual pues, a pesar de que puedan estar bien preparados a nivel de conocimientos, les falta la experiencia y habilidad que poseen los adultos mayores y que les pueden transferir. Solamente por estos aportes estaría más que justificada la inversión en salud pública y en capital humano.
Se sabe que en el nuevo perfil demográfico en los próximos 45 o 50 años se verá visiblemente aumentado por el envejecimiento de la población mundial. Así, para el año 2050, se calcula que habrá unas dos mil millones de individuos mayores de 65 años mientras que la población más joven irá disminuyendo debido a la baja natalidad producida en las últimas décadas del siglo XX.
Este fenómeno del envejecimiento global generará -de hecho ya lo está haciendo-, una nueva demanda a la sociedad tanto en los recursos económico financieros que afectan a los presupuestos nacionales de los diferentes países así como en las economías domésticas a través de una presión fiscal que permita cubrir las necesidades que conlleva dicho fenómeno, tales como geriátricos, centros asistenciales y el personal especializado en esa área de la medicina y la asistencia primaria y social.
Según explicó, en su momento, la economista experta en salud y desarrollo económico de la Organización Panamericana de la Salud, Claudia Pescetto, “frente a esta realidad, el invertir en promover un envejecimiento saludable así como la preservación de la funcionalidad y de la autonomía del adulto mayor en la sociedad se hacen prioritarios para evitar mayores costos futuros. La estrategia debería ser integral y tener en cuenta los diversos aspectos humanos como seguridad económica, participación social, educación, acceso a servicios de salud de calidad. El beneficio económico, por lo tanto, debería ser mayor en la medida en que abarque más aspectos de la vida humana. En el caso de los sectores más pobres, se esperaría que el Estado participe a través de intervenciones, sobre todo en aquellos países –que son mayoría en la región– donde no existen sistemas de protección social desarrollados y en los que el cuidado y la manutención del adulto mayor recaen exclusivamente en el núcleo familiar”.
Para Pescetto, “frente a ambos argumentos y frente a la escasez de recursos, la decisión de invertir en una mejor calidad de vida del adulto mayor, saludable o enfermo, en los últimos años de vida donde el aporte actual, como agente económico, se reduce a su mínima expresión, tiende a alejarse del argumento económico y a encontrar sustento en el campo de la ética y la justicia social”.
Jaime Bel Ventura
Consultor Analista económico-financiero