Pitágoras: "Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida."

Prof. Dra. Adela Beatriz Kohan

Psicogerontóloga, Psicogeriatra y Logoterapéuta

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Argentina
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"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"

“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”

Escuela de Ciencias del Envejecimiento

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Hiporexia: cuando los abuelos dejan la comida en el plato

21.07.2014 11:44

La hiporexia es la pérdida o disminución parcial del apetito diferenciándose de la anorexia, que es la pérdida total del apetito.

La escena se repite en muchos hogares y hospitales: hijos o nietos tratando de alimentar a la fuerza a los mayores, como si fueran pequeños en su edad más rebelde. Sin embargo, su falta de apetito no es una pataleta sin sentido, sino un síntoma con serias consecuencias

Se trata de la hiporexia que, en palabras de la doctora Rosa Burgos, endocrinóloga y Coordinadora de la Unidad de Soporte Nutricional del Hospital Vall d’Hebron en Barcelona, “significa disminución del apetito; así como la anorexia sería una falta absoluta de apetito, la hiporexia sería una disminución, de cualquier causa”.

Federico Cuesta, geriatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), añade que “es un síntoma que nos tiene que hacer indagar si hay algo más debajo porque, puede ser que una nueva medicación que hayamos ofertado al mayor disminuya su apetito o que tenga una patología más severa, es una señal de alarma que nos hace investigar más”.

La vejez no viene sola

Cuesta explica que “el 90% de los pacientes mayores de 80 años presentan alteraciones del apetito” asociadas, en primera instancia, a factores fisiológicos.

En palabras más simples: los ancianos ‘normalmente’ comen menos porque disminuyen sus necesidades físicas y porque con la edad el estómago comienza a pedir menos cantidad; algunos porque perciben los sabores y olores de forma distinta, y otros por culpa de algún fármaco que estén recibiendo para tratar alguna otra complicación.

“La hiporexia puede ser también un síntoma de alguna enfermedad que necesite apoyo psicológico, como una depresión; cuando se evalúa al paciente uno de los aspectos que hay que interrogar es el estado anímico, porque podría ser una de las causas”, añade Burgos.

En el peor momento

El agravante número uno de la falta de hambre es que, como la mala suerte, aparece en el peor momento. “La enfermedad está ligada a la hiporexia y esto, para nosotros, es un problema porque cuando una persona está enferma es cuando necesita más energía y más proteínas para recuperarse”, asegura Burgos.

La desnutrición es la consecuencia más grave. Cuesta describe cómo se complica el rechazo a cualquier menú: “cuando hay una disminución en la ingesta, nuestros pacientes mayores empiezan a perder peso y, con el tiempo, acaban desnutriéndose; la desnutrición nos introduce en el círculo vicioso de las complicaciones, las estancias hospitalarias, incluso la mortalidad”.

Si un paciente pelea con la comida cuando tiene sus defensas golpeadas por alguna patología, se vuelve propenso a la desnutrición, que es, como dice Burgos, “uno de los principales problemas en los grandes hospitales: la desnutrición relacionada con la enfermedad”.

Además, “el empleo de fármacos para las enfermedades de esas personas también, lógicamente, altera el apetito”, como señala Cuesta.

Difícil de detectar

Otro agravante de la hiporexia es que se camufla en la “normalidad”. Como se supone que los mayores “normalmente” comen menos, muchos ni se han enterado de que su padre, madre, abuelo o abuela no está comiendo ni la mitad de lo que necesita para mantenerse en pie.

“Nos pasa mucho con los ancianos, a los que les preguntamos: -¿Tiene apetito? Y responden: -Lo normal. -¿Y qué es lo normal? Y te explican lo que están comiendo y realmente es insuficiente”, enfatiza. Por eso, el apetito de una persona mayor es algo que hay que aprender a leer.

Las señales de alarma

“Nuestro principal signo de alarma es el peso. Es fundamental monitorizar el peso”, recomienda Burgos y agrega que toda pérdida de peso no intencionada indica que la persona mayor está comiendo menos de sus necesidades.

Otro signo es el plato lleno y frío sobre la mesa. “Cuando se le pone la cena y vemos que esa comida que le gustaba, que incluso solicitaba, empieza a quedar en el plato, ese es un indicador de que algo está fallando”, apunta Cuesta.

En consecuencia, muchos ancianos reemplazan las comidas que les producen asco con otras que el cuerpo les pide, como los dulces. Según Burgos, muchos de sus pacientes cenan un café con leche con dos magdalenas, lo que desequilibra su dieta y, a largo plazo, puede lesionar su salud.

Interrogar y actuar

El primer paso para que la hiporexia no se salga de control es, como afirma Cuesta, detectarla. Para eso es crucial analizar lo que comen los abuelos en este momento y compararlo con lo que comían, por ejemplo, hace tres meses.

Burgos trata el tema en la misma línea. Dice que el apetito “es un síntoma que hay que interrogar porque tiene tratamiento dietético y farmacológico si hace falta y si un profesional lo determina”.

Para contrarrestar la hiporexia, los consejos dietéticos van encaminados a la “dieta fraccionada, es decir, comer poco y a menudo, con platos enriquecidos”. Burgos sabe de recetas.

Lo que no debe fallar en la ejecución de un menú para un anciano que se niega a vaciar su plato es el volumen. Burgos recomienda que “con el mismo volumen demos más energía y proteínas, la idea es hacer cinco o seis comidas a lo largo del día, con poco volumen”.

El gusto también es eficaz. Cuando la hiporexia se aferra a un anciano hospitalizado, apelan a sus preferencias: “muchas veces nos sale más rentable que la familia le traiga esa comida favorita que en el hospital no le podemos ofrecer”, comenta Cuesta. Seducir el apetito también funciona para que los abuelos dejen sus platos vacíos.

 

Extracto del artículo original hiporexia publicado por EFE-Salud

Texto: Agencia EFE

Fotos: EFE/EPA/Ingo Wagner, /Harald Schneider

 

Cuando el anciano deja de comer, el peligro principal es la desnutrición, que se asocia a pérdida de masa muscular y «mayor riesgo de caídas, menor capacidad inmunológica y mayor aumento de fragilidad». 

La hiporexia no es una patología exclusivamente dada en adultos mayores sino que puede surgir a cualquier edad en personas que padecen de enfermedades del tubo digestivo, hígado, vías biliares y páncreas (enfermedades de gastroenterología) la hiporexia tiene significados y expresiones de gravedad muy variados.

Las causas pueden ser provocadas por:

  • Lesiones inflamatorias del tubo digestivo, desde la boca hasta el conducto anal, como estomatitis (inflamación de mucosas orales), úlceras gástricas y duodenales, esofagitis por reflujo, gastritis, duodenitis, enfermedad inflamatoria intestinal activa (enfermedad de Crohn y colitis ulcerativa), infecciones y parasitosis intestinales e inflamación anorrectal infecciosa.
  • Lesiones inflamatorias del hígado, vías biliares y páncreas como hepatitis de cualquier causa, cirrosis, colecistolitiais y pancreatitis.
  • Lesiones tumorales malignas (cancerosas) de cualquier sitio del tubo digestivo, hígado, vías biliares y páncreas. Estas lesiones también causan anorexia y descenso de peso marcado.
  • Lesiones tumorales benignas de tamaño moderado o grande en cualquier sitio del tubo digestivo, hígado, vías biliares y páncreas.
  • Los estados de ansiedad y depresión muy frecuentemente se acompañan de hiporexia y anorexia, confundiéndose con la posibilidad de padecer tumores malignos del tubo digestivo.

Por lo tanto es necesario llevar a cabo los estudios que permitan establecer un correcto diagnóstico. Para ello será necesario realizar:

  • Historia clínica con interrogatorio y exploración física minuciosa
  • Estudios de laboratorio
  • Estudios de gabinete radiológicos y endoscópicos con tomas de biopsias

El tratamiento para la hiporexia y anorexia es específico para cada una de las enfermedades que causan estos síntomas.

 

Fuente Gastrología Y Endoscopia Dr. Fernando Peña Ancira