Pitágoras: "Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida."

Prof. Dra. Adela Beatriz Kohan

Psicogerontóloga, Psicogeriatra y Logoterapéuta

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Argentina
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"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"

“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”

Escuela de Ciencias del Envejecimiento

Colaboraciones

La vejez en las Américas

11.07.2014 23:42
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Envejecimiento: statu quo natural de todos los seres vivos

05.06.2014 21:26

Debido al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la tasa de fecundidad, la proporción de personas mayores de 60 años está aumentando más rápidamente que cualquier otro grupo de edad en casi todos los países.

El envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y su seguridad.

En la actualidad hay una cuestión en el aire, muy difícil de responder, sobre todo, con precisión. Cuanto más se ha desarrollado la medicina consiguiendo superar muchas de las enfermedades de los pacientes ancianos ¿se puede realmente afirmar que se está consiguiendo prolongar la vida de esos pacientes? Lo primero que se necesita dilucidar es por qué hay hoy, estadísticamente hablando, más ancianos que en décadas anteriores. Otro punto que se debería confirmar es, si ello es debido a que las ciencias de la salud han con seguido disminuir la mortalidad en jóvenes y adultos lo que ha ocasionado un aumento en el número de ancianos.

Podemos definir el envejecimiento como la progresiva modificación que experimentan los órganos con el transcurrir de los años. Es un proceso acompasado que, lejos de quedarse estático, va atravesando tramos que no están condicionados a la edad sino a los cambios que experimentan las estructuras orgánicas del cuerpo humano. No se trata pues de una enfermedad con una aparición, más o menos, brusca en cada una de las etapas de la vida, sino en una complejidad de cambios en el organismo y el sistema cardiovascular que comienzan a manifestarse en la edad adulta.

Las estadísticas pueden no querer dar la razón a lo que los médicos de todas las latitudes insisten en afirmar de forma intuitiva al mantener que la edad máxima de los adultos mayores se ha prolongado. Dicha controversia surge cuando se rechaza la asimilación entre muerte por enfermedad originaria y decrepitud como estados fisiológicos. Para cualquier medico con experiencia basta examinar a un paciente para observar los signos del envejecimiento. A pesar de ello, han surgido un sinfín de denominaciones técnicas tales como atrofia, inestabilidad funcional, agotamiento psíquico, debilidad adaptativa, etcétera, que no pueden minimizar el hecho único de que todavía son insuficientes los hallazgos y menos, aún, los hechos demostrables que evidencien los indicadores de la edad en el interior de las células que pueden correlacionar las modificaciones estructurales con los metrónomos celulares que indican la progresión de los años en el individuo.

El envejecimiento saludable comienza con hábitos saludables en fases anteriores de la vida

Dichos hábitos incluyen la alimentación, el grado de actividad física y nuestros niveles de exposición a riesgos para la salud como los provocados por el tabaco, el consumo nocivo de alcohol o la exposición a substancias tóxicas. Con todo, nunca es tarde para empezar: por ejemplo, si alguien deja de fumar entre los 60 y los 75 años de edad, el riesgo de que muera de forma prematura disminuye en un 50%.

En 1987, los científicos Rowe y Kahn, publicaron un artículo en el que establecían la diferencia existente entre la vejez, digamos normal, provocada por los años y una vejez exitosa y saludable. Su pretensión era contrarrestar la tendencia cada día mayor en gerontología de señalar una diferenciación entre lo patológico y lo no patológico, es decir, entre la población anciana con enfermedades o algún tipo de disminución física o psíquica y la que no padece ninguna de ellas.

El concepto de vejez saludable incluye tres componentes principales: baja probabilidad de padecer enfermedades o invalidez, elevada capacidad funcional física y cognitiva y mantenimiento de una vida activa en la sociedad

La baja probabilidad de enfermar se refiere a la ausencia o bajo nivel de gravedad de los factores de riesgo de padecer una enfermedad. Respecto al elevado nivel funcional, éste incluye los dos componentes, físico y cognitivo, éste último vinculado al aprendizaje y a la memoria de corto plazo. Ambos elementos confieren el potencial necesario para una vida activa en la sociedad. Estos dos puntos resultan, por tanto, básicos, ya que las alteraciones físicas o cognitivas son las responsables de la dependencia y la pérdida de autonomía.

La actividad física y cognitiva nos dice lo que la persona puede hacer, pero no lo que realmente hace. La vejez exitosa va más allá de este potencial e incluye la vida activa efectiva, no la posible. Aunque la implicación activa en la vida diaria toma varias formas, las dos más importantes son, sin duda, las relaciones interpersonales y la actividad productiva. Las relaciones interpersonales engloban los contactos con otras personas, es decir, intercambio de información, soporte emocional y asistencia directa. Sobre la actividad productiva, su característica definitoria es la creación de valor social, tanto si es remunerada como si no. Por ejemplo, una persona mayor que cuida a un miembro discapacitado de su familia o trabaja como voluntario en una iglesia u hospital está siendo productiva, aunque no sea pagada por su trabajo.

Por ello es fundamental que a cualquier edad (jóvenes, adolescentes, adultos, personas mayores, muy mayores) se tenga en cuenta que la dependencia se puede prevenir, que se puede lograr un envejecimiento o, mejor dicho, una forma de envejecer saludable. Es necesario empezar desde la infancia con esta prevención, que no es otra cosa que hábitos de vida saludable útiles para todas las edades.

Esto nos abre la puerta para repetir de Marco Tulio Cicerón: "Lo que interesa es que cada persona haga debido uso de las fuerzas que posee, y así, nadie sentirá que le faltan fuerzas".

CON ESTE ARTÍCULO

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Dra. Adela B. Kohan

Junio 2013 - 2014