Pitágoras: "Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida."

Prof. Dra. Adela Beatriz Kohan

Psicogerontóloga, Psicogeriatra y Logoterapéuta

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Castelar, Prov. Buenos Aires
Argentina
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"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"

“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”

Escuela de Ciencias del Envejecimiento

Colaboraciones

Año nuevo en Bariloche

23.12.2013 01:41
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Los adultos mayores y la falsa creencia de su inoperancia

12.02.2014 03:57

Existe una falsa creencia en que las personas mayores, debido a su edad, son menos operativas y, por ende, aprovechables dentro de las estructuras establecidas socialmente, que otras, mucho más jóvenes, altamente preparadas y con un grado de madurez aceptable según los cánones instituidos por esa misma sociedad.

Crecimiento, desarrollo y madurez

Se entiende por crecimiento el conjunto de cambios físicos y psicológicos que afectan a la persona durante todo su ciclo vital y que, en el mejor de los casos, si no hay enfermedades graves que lo impidan, dicho crecimiento termina cuando el ser humano fenece.

Cabe decir que existen dos vías diferenciadas de crecimiento que convergen directamente en el desarrollo íntegro del ser humano, tanto físico como emocional, y en el grado de madurez que se va adquiriendo en las diferentes etapas de la vida de la persona.

El crecimiento físico supone un aumento de la longitud de los huesos y de la masa corporal que, por lo general, termina al llegar a lo que se entiende como edad adulta. De esa forma los seres humanos se vuelven más grandes al aumentar tanto en su tamaño externo como en la estructura de sus órganos internos, y más fuertes debido al aumento de su masa muscular. Dicho de otra forma, en su desarrollo se gana en altura, peso y fuerza.

El crecimiento psíquico, a diferencia del físico, necesita de un aprendizaje que se adquiere en la infancia y en la adolescencia modelando el carácter del ser humano según las normas de conducta que rigen en toda sociedad. Este tipo de crecimiento va más allá de la edad adulta y va aumentando en la medida que se van adquiriendo nuevas experiencias vitales de toda índole, algunas buenas y, otras no tanto. Dicho de otro modo, en su desarrollo psicológico, el ser humano, va adquiriendo un mayor grado de madurez.

Sin embargo, cabe destacar que lo que nos hace más maduros no son en sí mismas las experiencias vividas si no el modo como las hemos afrontado ya que no existe una sola clase de madurez sino que hay otros tipos como son la emocional, la social, la espiritual, etc. y, éstas, se adquieren a través del intelecto. ¿Cuántas veces no habremos visto a sujetos que ante determinadas situaciones actúan con un alto grado de madurez y ante otras bien distintas hacen todo lo contrario? No cabe duda de que para cada edad o periodo de la vida existe un grado de madurez distinto. Ello nos lleva a la conclusión de que el crecimiento en la madurez es tan largo como la propia vida.

La frontera de los 65 años o tercera edad

El término tercera edad es una expresión -acuñada hace años por sociólogos-, que hace referencia antropológica a un sector de la población que, por edad, franja etaria, define a las personas mayores o adultos mayores.

Ciertamente, con el paso de los años, el estado físico del ser humano se va deteriorando, es Ley de Vida, y por consiguiente, a esa séptima etapa vital, se la conoce como senectud que es sinónimo de vejez o ancianidad.

Las seis etapas anteriores son: la niñez o infancia, la pubertad o adolescencia, la juventud y la adultez y, todas ellas, se delimitan por la edad de la persona. Así, la edad-frontera para la senectud o ancianidad son los 65 años. Pero ¿dónde está escrito que una persona con 65 años ya es anciana? ¿En base a qué criterio se mantiene esa edad-frontera?

Hoy en día, gracias a la baja tasa de mortalidad -debida a una mejor calidad y esperanza de vida-  y a los notables descensos de natalidad en los países desarrollados, este grupo de edad crece paulatinamente en la pirámide poblacional o de distribución por edades ¿por qué hemos de prescindir, pues, de los mayores de 65 años? ¿Por qué se les tiene que considerar viejos e inoperantes?

Dictar una lección magistral ante 9.000 alumnos a los 90 años

Estos días ha sido noticia, según un despacho de la agencia EFE, el presidente del Estado de Israel, Shimon Peres y no lo ha sido por el consabido conflicto en Oriente Medio sino por haber dictado una lección magistral sobre “Educación Cívica” ante más de 9.000 alumnos, tanto árabes como israelíes, en la ciudad de Natanya. Ha sido la más multitudinaria lección jamás dictada a través de Internet lo que le ha valido el haber sido inscrito en el libro “Guinness de los Records”.

Personalmente dudo mucho que el Jefe del Estado israelí hiciera esto por el simple hecho de obtener un record más pues ya ostenta el de ser el Jefe de Estado de mayor edad de todos los países democráticos del mundo libre pues nació el 6 de agosto de 1923 y, por lo tanto, está a punto de cumplir los 91 años de edad; creo firmemente que se trató de un acto más de coherencia personal para con su pueblo ya que antes de finalizar su intervención instó a los alumnos presentes en el aula virtual a creer en la educación, a tratar de ser los mejores, a confiar en sí mismos y a preservar los valores israelíes, recordándoles que "es mucho más sencillo amar que odiar”; posteriormente respondió a cuantas preguntas le hicieron desde los más diversos puntos del país.

Sin embargo, lo que ha llamado más mi atención sobre esta noticia ha sido la edad del profesor: 90 años. ¿Qué habría pasado de haber sido “jubilado” a los 65? Sencillamente que hoy no estaríamos hablando de este tema y que el mundo se habría perdido las reflexiones, producto de sus experiencias, de un hombre que ha vivido el destino de Israel desde sus orígenes hasta nuestros días. ¿Se puede prescindir de él sólo por motivos de edad?

Vivir la tercera edad

El problema no es que las condiciones de vida de las personas que alcanzan los 65 años sean especialmente difíciles pues pierden inmediatamente el acceso al mundo laboral disminuyendo su actividad social y su capacidad de comunicación: el problema es que, en la mayoría de los casos, se sienten postergados y excluidos de una sociedad desagradecida que en su día contó con su contribución y que de esta forma le paga por los servicios prestados.

Jaime Bel Ventura

Tornquist, febrero 2014

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