Pitágoras: "Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida."

Prof. Dra. Adela Beatriz Kohan

Psicogerontóloga, Psicogeriatra y Logoterapéuta

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Castelar, Prov. Buenos Aires
Argentina
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"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"

“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”

Escuela de Ciencias del Envejecimiento

Colaboraciones

La vejez en las Américas

11.07.2014 23:42
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El paciente terminal

05.08.2013 06:07

Ante el diagnóstico de una enfermedad severa que acabará con la vida de una persona, tanto la persona como sus familiares y amigos, entran en crisis.

La patología y la posibilidad de muerte cercana producen una gran herida en la psiquis del paciente y de su contexto.

La cercanía de la muerte genera un gran impacto psicológico que comienza cuando se recibe el diagnóstico de una enfermedad que amenaza a la vida.

A partir de ese momento los cuidados del paciente y la atención del mismo dependerán del tipo de enfermedad y de la persona que la padece.

El concepto frente a esta circunstancia, que todos debemos poner en práctica es callar todo aquello, que el enfermo, no desea hablar.

La asistencia estará en relación al momento evolutivo del padecimiento y de las expectativas que el potador ponga en su posible curación, o no.

Es importante que las personas que rodean al paciente demuestres su apoyo, comprensión y su  amor. Hay que estar dispuestos siempre para la adecuada contención.

Es una tarea muy difícil enfrentar a la muerte cuando ésta se acerca, y percibir el menoscabo físico y espiritual que ésta situación genera.

Es una situación muy dolorosa, incomparable. Aún así es posible siempre ayudar.

Aunque no se hable claramente ni se den diagnósticos ni pronósticos, la persona aludida intuye lo que está ocurriendo, sabe leer las miradas y actitudes de los médicos y familiares.

Es natural que sobrevengan diferentes estados de ánimo tanto al aludido como a sus familiares.

La ternura, el amor y el respeto hacia el paciente terminal son recursos fundamentales para emplear con el mismo.

Se debe ser cuidadoso con el lenguaje que se emplea, aún en situaciones de enojo y discusiones.

Actualmente existe una disciplina que se llama "cuidados paliativos" cuyo sentido es mitigar el dolor tanto físico, como moral , dar comodidad y prevenir o disminuir la discapacidad que sobrevendrá.

Aclaro, que siempre será la familia la depositaria de cargar con el peso de sostener al paciente en el tránsito a la muerte, rol, que en ocasiones es compartido o asumido por enfermeros y cuidadores.

Se podrá conversar en caso de que el paciente lo desee, de la voluntad que tiene éste con respecto a destinar sus objetos, su velorio o su entierro, tratando d de hacerlo el interlocutor con naturalidad   .

Aún sin palabras dichas, la persona percibe que se está muriendo, pero siempre abriga una esperanza de continuar viviendo.

Es trascendente conversar respecto de situaciones problemáticas y de los sentimientos que genera la situación.

Hay que escuchar al sufriente y además respetarlo, por todo lo que exprese frente a ésta situación.

Hay que facilitar que la persona, sin verse forzada, continúe con su actividad en la medida que lo desee y sus fuerzas se lo permitan.

Es muy importante brindar apoyo psicológico, en cada etapa de la elaboración del duelo de la pérdida de la propia vida, pasará por la negación, la tristeza, la depresión, la ansiedad, también por la desesperación. Esto ocurre desde los momentos iniciales.

Reitero: siempre que el paciente esté dispuesto a conversar sobre sus problemas hay que acompañarlo, sin banalizar, respetando la dignidad de la persona.

Sabemos que ante la partida inevitable, el ser humano pacta y si es religioso la decisión de pactar se verá facilitada.

La familia también debe ser apoyada, al igual que los cuidadores para fortalecerlos ante la pérdida.

Lo ideal, es siempre "morir en casa", rodeado de afectos y pertenencias que le han sido valiosas, como lo pueden ser fotos, libros y otros recuerdos.

Destaco que no es competencia del médico predecir y decir cuanto tiempo más vivirá una persona, aún cuando lo sepa por la experiencia de haber asistido casos semejantes.

La etapa final de la vida puede ser tiempo para encontrar su significado, hacer balances, y expresar lo que previamente por inseguridad no se dijo.

La persona que sabe que va a morir a corto plazo cambia su carácter, se pone menos expansivo, menos comunicativo, pero se torna más sincera.

Insisto en que nada debe ser forzado y ante todo deben respetarse los deseos del paciente.

Crear en el cuidador la conciencia de la tranquilidad que genera ayudar a alguien que va a morir.

Un profesor, que tuve, decía que la psicoterapia en patologías terminales lleva la medicación analgésica a la mitad, al igual que otras medidas terapéuticas y duplica el tiempo de vida, con calidad de la misma.

Esto lo pude comprobar en el ejercicio de mi profesión durante muchos años, si duda esto implica mucho en la vida del médico, quién no escapa al dolor cuando fallece un paciente

Propongo no mentir, comprometerse a estar al lado del sufriente, que tenga claro que no será abandonado y que se continuará en la lucha con él hasta el desenlace.