Pitágoras: "Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida."

Prof. Dra. Adela Beatriz Kohan

Psicogerontóloga, Psicogeriatra y Logoterapéuta

Alfredo Bufano 3189
Castelar, Prov. Buenos Aires
Argentina
Teléfono: 4624-7678 - Cel 011 15-5888-1350

adelakohan_69@yahoo.com

contador de visitas  Visitas a la web

"Se debe fomentar el pensamiento positivo sin dejar que factores como la ansiedad, la depresión o el miedo irracional interfieran en el quehacer cotidiano de los adultos mayores, el envejecimiento no tiene por qué ser estresante"

“Las Personas Mayores son la memoria de un pueblo y maestros de la vida. Cuando una sociedad no cuida a sus ancianos niega sus propias raíces y simplemente sucumbe”

Escuela de Ciencias del Envejecimiento

Colaboraciones

La vejez en las Américas

11.07.2014 23:42
Elementos: 1 - 3 de 14
1 | 2 | 3 | 4 | 5 >>

Os puede interesar

Desde los ámbitos científicos la respuesta es definitivamente no, la obesidad no es saludable aunque un 25% de los sujetos que la sufren no padecen...
No existe una cura definitiva para la enfermedad de Parkinson (EP) siendo ésta, crónica y progresiva. Afecta a la respiración, al equilibrio, al...
El accidente isquémico transitorio es un accidente cerebrovascular de tipo isquémico Se produce por la falta de aporte sanguíneo a una parte del...
Elementos: 10 - 12 de 24
<< 2 | 3 | 4 | 5 | 6 >>

El elixir de la vida eterna

16.07.2014 00:20

Desde tiempos muy remotos una de las necesidades del hombre ha sido poder controlar la naturaleza del envejecimiento a través de pócimas y elixires que pretendían alargar la vida indefinidamente. Ese fue uno de los fundamentos de la alquimia.  Esta antigua práctica protocientífica de más de 2.500 años, combinaba diferentes disciplinas que iban desde la química, la física y la medicina hasta la astrología, la filosofía y el misticismo espiritual. Fue practicada por el mundo antiguo y por casi todas las culturas conocidas desde la mesopotámica, la persa, la egipcia, la griega y la romana hasta la china o la india. En la Europa oscurantista y hermética de la Edad Media fue cuando tuvo su mayor apogeo la búsqueda de una panacea universal capaz de curar todas las enfermedades e incluso prolongar la vida hasta la eternidad.

Durante la época del Renacimiento, en el siglo XVI, el alquimista más importante fue Paracelso aunque hubo muchos más como el astrologo inglés John Dee. Sin embargo fue Paracelso quien dio un giro transcendental a esa ciencia al rechazar parte del ocultismo acumulado en sus etapas anteriores  promoviendo el uso de ensayos y experimentos que permitieran comprender mejor el funcionamiento y la constitución de la anatomía humana. Rechazó toda influencia del gnosticismo si bien mantuvo las filosofías hermética, neoplatónica y pitagórica. Fue, como aquel que dice, el padre de la ciencia farmacéutica siendo pionero en el uso de compuestos químicos y minerales en la práctica de la medicina. Entre los numerosos  tratados que dejó por escrito dijo: “Muchos han dicho que la alquimia es para fabricar oro y plata. Para mí no es tal el propósito, sino considerar sólo la virtud y el poder que puede haber en las medicinas”.

La alquimia fue perdiendo fuerza en la medida que la ciencia moderna avanzaba con su rigurosa experimentación cuantitativa consiguiendo que la antigua sabiduría fuese perdiendo su influencia.

En el siglo XVII, Robert Boyle más conocido por sus estudios sobre los gases, de ahí la ley que lleva su apellido, fue uno de los precursores del método científico en las investigaciones químicas. Con él se puede decir que nació la química moderna quedando asimilados en ella los antiguos métodos alquimistas. Así, a partir de finales del siglo XVIII y principios del XIX, el empirismo alquimista fue poco a poco desapareciendo aunque nunca se extinguió del todo.

Tras los misterios de la vida y de la muerte: juventud octogenaria

Desde que en el invierno de 1869, el científico y médico suizo Friedrich Miescher de la Universidad de Tubinga aislara el ADN extrayendo de los núcleos celulares una sustancia química desconocida hasta entonces, se necesitaron cerca de 70 años de investigación para poder identificar la estructura y los componentes del ácido nucleico.

Después del descubrimiento del código genético realizado por los científicos James Watson, Francis Crick, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, crearon el modelo de la estructura del ADN y se comenzó a estudiar en profundidad el proceso de traducción en las proteínas. En 1962, estos científicos fueron premiados con el Nobel de Medicina y Fisiología.

En el año 2009, el Instituto Karolinska de Estocolmo, concedía el Premio Nobel de Medicina a los científicos Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak, descubridores de los telómeros y la enzima telomerasa cuyas implicaciones afectan tanto al proceso del envejecimiento como del cáncer. Tal vez nunca hemos estado tan cerca de conocer los misterios de la vida y la muerte, el gran sueño de los antiguos alquimistas.

Con el extraordinario descubrimiento del código genético y de su estructura molecular a se abría un nuevo camino hacia el conocimiento del genoma humano, proyecto que se inició en 1990 y se dio por concluido en el año 2005 después de secuenciarse aproximadamente 28.000 genes. El posterior hallazgo de la enzima telomerasa y su efecto sobre la longevidad de las células dio un giro inesperado y con ello empezaba a vislumbrarse algo que la alquimia había perseguido durante muchos siglos que consistía, entre otras cosas, en encontrar una panacea universal capaz de curar todas las enfermedades dejando una puerta abierta a la inmortalidad.

El proceso de envejecimiento, en este caso de las pruebas hechas en laboratorio, comienza cuando una célula se divide y los extremos de los cromosomas se acortan. Estos extremos se conocen como telómeros y disminuyen su tamaño y funcionalidad en cada división hasta que acaban por extinguirse y la célula muere.

Lo que hace la telomerasa es conseguir que las células se dividan de forma ilimitada manteniendo la integridad de los telómeros y, por lo tanto, haciéndolos inmortales por lo que la célula no muere.

En estos momentos, el objetivo primordial de los científicos es aumentar la cantidad de telomerasa pero sin inducir al cáncer, dado que el cuerpo humano lo constituyen millones de células anormales que se están controladas por el organismo pero también las hay cancerígenas o pre-tumorales. Es por ello que un incremento descontrolado de telomerasa podría conllevar el riesgo de metástasis pero si se logra activar la telomerasa al tiempo que se logra evitar la aparición de tumores se podría conseguir la longevidad tan perseguida y deseada desde tiempos remotos

Y es que, como se ve en el video,  María Blasco y su equipo de investigación español han conseguido que un ratón viva un 40 % más que cualquier ratón normal, es decir, un ratón que puede vivir el máximo tiempo de su especie y totalmente sano. Esto se ha conseguido aumentando la cantidad de telomerasa. Pero no sólo ha sido suficiente esto, ya que como hemos comentado anteriormente un incremento de telomerasa podría inducir cáncer. Por ello también se ha tenido que incrementar  la actividad de los de genes supresores de tumores tales como p53 y p16. ¿Pero funcionará esto en los seres humanos?

De ser así y no tuviera efectos no deseados en la aplicación en seres humanos, se podría conseguir que viviéramos entre unos 120 o 125 años con una calidad de vida normal. Por el contrario, si el incremento de la enzima provocara efectos cancerígenos en los seres humanos el riesgo de adquirir un cáncer sería muy elevado.

De todas formas, estos experimentos aún se encuentran en una fase muy temprana y haría falta realizar pruebas clínicas en seres humanos. A pesar de ello, los investigadores se muestran moderadamente  optimistas sobre todo en lo que respecta a hacer más efectivo el tratamiento en enfermos de cáncer o del sistema inmunológico como podría ser el VIH y, también, con aquellas enfermedades asociadas con el envejecimiento, entre las que se encuentra la de pacientes infectados con CMV, un virus que provoca el envejecimiento prematuro del sistema inmunológico y reduce significativamente la expectativa de vida.

Pero hoy en día, la inmortalidad del ser humano sigue considerándose una utopía por parte de la comunidad científica, no obstante los más optimistas opinan que, de seguir así y avanzando en este sentido, para el año 2050 será muy probable que alcancemos los 120 como esperanza de vida, mientras tanto no nos queda otra que, como los viejos alquimistas, seguir soñando con el elixir de la eterna juventud.